ALFONS GARCIA VALENCIA Levante-EMV.com » Cultura
La cartuja de Valldecrist fue la quinta fundada en la Península Ibérica y la segunda en tierras valencianas después de la de Porta Coeli (más tarde se construiría la de Ara Christi, en El Puig). Sus orígenes se remontan a finales del siglo XIV y a ella han estado vinculados personajes como Bonifaci Ferrer (fue prior) o San Ignacio de Loyola. Ubicada en el término municipal de Altura, su aspecto es ruinoso —la maleza vence a la arquitectura—, a pesar de las intervenciones de consolidación realizadas en los últimos años. La última muestra del drama que acompaña a este cenobio está en los restos arqueológicos encontrados en las excavaciones realizadas desde los años ochenta, que en su día estuvieron numerados y etiquetados y hoy se amontonan sin orden ni concierto en una granja privada, alejada de la cartuja.
La historia de estos pequeños tesoros (alrededor de 300 piezas, entre elementos arquitectónicos, esculturales y ornamentales de Valldecrist) ha ido a peor con los años. Tras la primera excavación, en 1985, los restos se instalaron en un local amplio, digno y cubierto, propiedad del Ayuntamiento de Altura, relata el presidente de la Associació Cultural Cartoixa de Valldecrist, Josep Marí Gómez. El destino siguiente fue el matadero municipal, toda una declaración de intenciones. Los hallazgos pasaron después a un recinto ya medio descubierto, paso previo a la granja privada que los acoge ahora, donde solo una uralita —rota hasta no demasiado, cuando el consistorio la reparó— los protege de la intemperie. Gómez define la situación actual de «tercermundista».
Para dar más contenido al calificativo hay que tener en cuenta que las piezas están amontonadas unas encima de otras, lo que provoca daños y roturas en las que quedan abajo. La catalogación, por supuesto, es nula.
Se pueden ver ménsulas, fragmentos de pechinas, angelotes, querubines… Algunas de las piezas eran originalmente policromadas, pero poco de ese color conservan hoy. Domina el material gótico y barroco, aunque también hay algún elemento del siglo XVI.
La citada entidad hizo público hace unos días un manifiesto en el que diversos expertos en cartujas reclamaban la creación de un Museo de la Cartuja de Valldecrist, tal como publicó Levante-EMV. Los miembros de la asociación aseguran asimismo que llevarán el abandono de estos restos arqueológicos a la Conselleria de Cultura si no se resuelve.
«Se perderán si no se actúa. Es deplorable lo que está sucediendo», afirma Josep Marí Gómez, quien subraya que las piezas no son importantes solo por su valor histórico y artístico, sino por la información que aportan para la reconstrucción del cenobio.
La última actuación importante en Valldecrist se llevó a cabo en 2008, cuando se restituyeron los muros de la iglesia principal —queda en pie, además, la de San Martín—, pero quedó pendiente ponerle techo. Unos años antes se había intervenido en el claustro.
Los planes en cartera para la vieja cartuja pasaban por esa techumbre para la iglesia y por la reconstrucción de una celda tal como era en el siglo XV, tal como se ha hecho ya en Scala Dei (Tarragona), la primera cartuja en España. Los proyectos, diseñados y comentados por los responsables de la conselleria, están a la espera de impulso económico para arrancar.
No todo es malo para Valldecrist, no obstante. En este momento, tras las últimas compras de suelo realizadas por la Diputación de Castelló (2009), todo el territorio del monasterio es de dominio público.
Fuente: Levante de Castellón
La historia de estos pequeños tesoros (alrededor de 300 piezas, entre elementos arquitectónicos, esculturales y ornamentales de Valldecrist) ha ido a peor con los años. Tras la primera excavación, en 1985, los restos se instalaron en un local amplio, digno y cubierto, propiedad del Ayuntamiento de Altura, relata el presidente de la Associació Cultural Cartoixa de Valldecrist, Josep Marí Gómez. El destino siguiente fue el matadero municipal, toda una declaración de intenciones. Los hallazgos pasaron después a un recinto ya medio descubierto, paso previo a la granja privada que los acoge ahora, donde solo una uralita —rota hasta no demasiado, cuando el consistorio la reparó— los protege de la intemperie. Gómez define la situación actual de «tercermundista».
Para dar más contenido al calificativo hay que tener en cuenta que las piezas están amontonadas unas encima de otras, lo que provoca daños y roturas en las que quedan abajo. La catalogación, por supuesto, es nula.
Se pueden ver ménsulas, fragmentos de pechinas, angelotes, querubines… Algunas de las piezas eran originalmente policromadas, pero poco de ese color conservan hoy. Domina el material gótico y barroco, aunque también hay algún elemento del siglo XVI.
La citada entidad hizo público hace unos días un manifiesto en el que diversos expertos en cartujas reclamaban la creación de un Museo de la Cartuja de Valldecrist, tal como publicó Levante-EMV. Los miembros de la asociación aseguran asimismo que llevarán el abandono de estos restos arqueológicos a la Conselleria de Cultura si no se resuelve.
«Se perderán si no se actúa. Es deplorable lo que está sucediendo», afirma Josep Marí Gómez, quien subraya que las piezas no son importantes solo por su valor histórico y artístico, sino por la información que aportan para la reconstrucción del cenobio.
La última actuación importante en Valldecrist se llevó a cabo en 2008, cuando se restituyeron los muros de la iglesia principal —queda en pie, además, la de San Martín—, pero quedó pendiente ponerle techo. Unos años antes se había intervenido en el claustro.
Los planes en cartera para la vieja cartuja pasaban por esa techumbre para la iglesia y por la reconstrucción de una celda tal como era en el siglo XV, tal como se ha hecho ya en Scala Dei (Tarragona), la primera cartuja en España. Los proyectos, diseñados y comentados por los responsables de la conselleria, están a la espera de impulso económico para arrancar.
No todo es malo para Valldecrist, no obstante. En este momento, tras las últimas compras de suelo realizadas por la Diputación de Castelló (2009), todo el territorio del monasterio es de dominio público.
Fuente: Levante de Castellón